Hace unos días estuve organizando en casa el cumpleaños de mi hijo pequeño. Me decanté por la opción de casa porque una de las madre de los otros niños de la escuela me habló una tienda por internet para comprar divertidos disfraces y con los que los pequeños se lo habían pasado en grande en una fiesta de Navidad que ella había hecho en su casa. Se trata de La Casa de los Disfraces. Es posible que a muchos os suene, porque es bastante conocida por su gran relación entre calidad y precio.
Pues bien, durante la fiesta, como era en casa, estuve charlando con muchas de las madres de los niños, casi todos compañeros de clase de mi hijo, y a raíz de que el invierno estaba siendo muy frío y teníamos que tener la calefacción muy alta, la conversación se fue hacia lo mucho que gastábamos desde que éramos madres en energía. Esto es posiblemente porque ahora somos más en casa para ducharnos y tirar del agua caliente, porque muchas veces los niños no quieren apagar la luz por la noche o se las dejan todas encendidas, o incluso porque tiramos mucho de la calefacción para que los pequeños no se enfríen.
Es por esto que entre nosotras nos dimos diferentes consejos para rebajar un poco esa factura energética que a todos los hogares nos trae de cabeza a final de mes, y también ya a las instituciones públicas, que hasta convocan concursos, y voy a aprovechar para compartir estas recomendaciones con vosotros.
La calefacción es un elemento fundamental en las casas. De hecho, solemos referirnos como pobreza energética a, entre otras cosas, no poder encenderla durante el invierno y no tener el hogar a una temperatura confortable. Se trata de una de las razones por las que la factura más se incrementa en los meses de frío, pero es posible rebajarla en gran medida teniendo en cuenta algunas pautas.
Ideas que ayudan a ahorrar
Por ejemplo, debemos tener en cuenta que el hecho de rebajar el termostato de la calefacción un grado lleva consigo una bajada del 10 por ciento aproximadamente en la factura. Y un grado no es nada que no podamos solucionar estando en nuestro hogar con una prenda un pelín más gorda o con calcetines en lugar de descalzos. Y es que muchas personas suben la temperatura para estar luego en su casa en manga corta, y esto no es lo correcto, igual que tampoco es necesario tener un cuello vuelto y no encender la calefacción, sino que debemos buscar el término medio.
Asimismo, una forma de ahorrar también es tener un termostato donde escojamos la temperatura de casa. En mi hogar, por ejemplo, aunque suene a barbaridad, la tenemos siempre activada. Esto es así porque la tengo a 22 grados. Cuando la casa llega a esa temperatura la calefacción se para, y vuelve a arrancar cuando está por debajo. De esta forma, tenemos siempre la vivienda caliente pero no gastamos de más, como ocurre en casa de mis padres, donde se pone el termostato a funcionar unas determinadas horas y una determinada temperatura, sin saber si ese calor ya es suficiente, ya que los radiadores funcionan sin control de grados en el ambiente.
El aislamiento de la casa es también vital para mantener el calor que conseguimos de forma artificial mediante la calefacción. Y está claro que cambiar las ventanas o hacer obras de esta envergadura es muy costoso, pero más sencillo y barato resulta poner unas espumitas en las ventanas, que permiten igual su cierre pero que las aíslan mejor del exterior. Los burletes para las puertas son también fabulosos, especialmente para aquellos lugares como las cocinas donde se trabaja con gas, ya que están obligadas a tener una vía de escape del mismo y por ahí también se puede ir el calor.
Por último, una de las ideas que me dio una de las madres es de lo más graciosa, pero la verdad es que no está mal pensada. Para evitar gastar dinero y energía calentando el agua para lavar al perro, me comentaba que aprovechaba el agua caliente de la tina con la que se bañaba a su bebé para echarla después en la bañera del baño y lavar allí al perro, ya que el agua del niño apenas salía sucia. Está claro que a la inversa no sería para nada adecuado, pero de esta forma ambos estaban limpitos y se aprovechaba el agua, igual que muchas veces seguro que alguno de nosotros hemos vaciado lo que sobra de una jarra para beber en un tiesto de una planta. Y es que en esto del ahorro cada gota cuenta.