Industria y sostenibilidad. Como hacer que una fábrica sea sostenible

Sin lugar a dudas, el sector industrial es uno de los que mayor impacto medioambiental genera. La fabricación de todo tipo de productos, conlleva una importante inversión en recursos y las consecuencias añadidas. No se trata únicamente de la contaminación que pueden producir, hay que contar con todo lo que implica: consumo energético, contaminación, impacto medioambiental, generación de residuos… Desde la revolución industrial, el impacto de la industria en el planeta ha sido exponencial, aumentando de forma continua, hasta llegar a un punto casi insostenible.

De ahí que la sostenibilidad haya entrado en escena y se haya convertido en un paso obligado, no solo para la industria, también para la sociedad. Aunque en este artículo, queremos poner el foco en la manera de cambiar las fabricas contaminantes y virarlas a un camino sostenible. Puede parecer una tarea difícil e incluso imposible, pero lo cierto es que no es así. Al contrario, se pueden tomar medidas que hagan que cada industria o fábrica, así como cualquier empresa, se convierta en sostenible. Basta con seguir unas pautas y líneas de acción para que el impacto, se minimice.

Nada como hablar con expertos en la materia y acudir a una fábrica para comprobar que es posible dar el salto y convertirse en sostenible. En Danvimet Fabricaciones Metálicas, fabricantes de mobiliario de acero inoxidable, conocen todos los aspectos relativos a implementar medidas sostenibles en las fábricas que han compartido con nosotros. Ahora nos toca compartir esa información para que todo el mundo sepa cuál es la manera de convertir una fábrica o empresa contaminante en una sostenible y amigable con el medioambiente. Eso sí, siempre dentro de lo posible porque, irremediablemente, en algunos casos, siempre se producirá un impacto, aunque sea mínimo, contra el planeta.

Una nueva forma de entender la industria

En eso consiste la industrialización sostenible, en una nueva forma de entender un sector imprescindible para la economía mundial, con un propósito que no es otro que la transformación de materiales en productos, utilizando fuentes de energía para lograrlo, además de la materia prima necesaria.

Los recursos que ofrece el planeta son finitos y limitados, por mucho que pensemos que no tiene fin. Esto conlleva un continuo encarecimiento de la materia prima que, antes o después se agotarán. Además de que, debido a su consumo se produce un impacto en el medio ambiente que daña, aún más, el entorno natural. Este hecho es algo que por fin, hemos logrado entender y comprender por tanto que no puede continuar de esta manera.

Por esta razón, la sostenibilidad se ha convertido en la mejor apuesta para que la industria pueda garantizar la viabilidad de sus actividades, contribuyendo al mismo tiempo al cuidado y mantenimiento del medioambiente. Añadiendo al hecho, la consecución de una mejor reputación entre los clientes que compren sus productos o servicios. En la actualidad, es verdaderamente posible minimizar el daño ecológico, al mismo tiempo que se consiguen industrias más eficientes y eficaces.

Para catalogar una industria como sostenible, esta debe cumplir el ODS 9 de las Naciones Unidas. En consecuencia debe readaptar todos los procesos que se lleven a cabo en la misma, con la finalidad de fomentar una economía global sostenible para el medioambiente, lo que beneficia tanto al planeta como a la sociedad. Todo esto, teniendo en cuenta que de nada sirve tener una industria sostenible si esta no genera beneficios, por lo que resulta esencial que cada medida a implementar, se oriente por igual, a proporcionar buenos resultados.

Al mejorar la eficiencia en todo lo relativo a los procesos productivos, las empresas pueden reducir sus costes y, por lo tanto, mejorar su rendimiento, al mismo tiempo que protege al medio ambiente. Además, las industrias y fábricas sostenibles impulsan la innovación, crean un mercado competitivo que valora las prácticas industriales éticas y responsables, reducen el impacto en el entorno y generan riqueza.

Todo esto sin mencionar que una industria sostenible se adapta a la regulación ambiental de mejor forma, con mayor rapidez y anticipándose para evitar riesgos legales y financieros. Podemos decir que nos encontramos en plena etapa de transición hacia la sostenibilidad industrial, lo que significa que existen muchas industrias y fábricas que han avanzado mucho en este aspecto, en tanto que otras se plantean dar el paso en la misma dirección.

Sumarse a la sostenibilidad industrial en este momento, antes de que la normativa y la legislación se vuelva más estricta, supone una ventaja competitiva a tener en cuenta. Gracias a esta transición es posible controlar los gastos, personalizar las soluciones a implementar y, algo esencial, construir una imagen que refuerce a la empresa de cara al futuro.

Que hacer para que la industria sea sostenible

 

Cada vez son más las industrias que dan el paso hacia una industrialización sostenible y, se dan cuenta de que no resulta tan complejo como puede parecer a priori. No obstante, para todos aquellos que se lo estén planteando y no sepan por dónde empezar, dejamos algunas recomendaciones que harán que una industria se convierta en sostenible, con todo lo bueno que conlleva.

En primer lugar, hay que hacer un uso eficiente y justo de la energía. Para ello hay que implementar tecnologías y prácticas que reduzcan el consumo energético, invirtiendo en maquinaria industrial más eficiente, realizar mantenimiento periódico de equipos e instalaciones, etc.

Por otro lado, aplicar las 3R: reducir la cantidad de materiales contaminantes, reutilizar todo lo que sea reutilizable y reciclar cada deshecho proporcionándole un nuevo valor en la producción. Por supuesto, no está de más, plantearse el ecodiseño y la creación de productos sostenibles de principio a fin.

Apostar por los productos de kilómetro cero es otra de las medidas para alcanzar la sostenibilidad. Contar con proveedores locales, ayuda a reducir las emisiones de carburantes derivadas del transporte, minimiza la necesidad de almacenamiento y elimina los procesos de conservación, lo que incide en una rebaja del precio final de los productos. Por supuesto, en el momento de elegir a los proveedores, es prioritario optar por los que se encuentren en la misma línea de pensamiento y tengan los mismos valores que la empresa.

No puede haber sostenibilidad si no se reducen las emisiones. El uso de energías renovables para reducir los gases de efecto invernadero, desarrollar tecnologías de producción que sean menos intensas en carbono y promuevan la eficiencia del transporte (invertir en vehículos híbridos o eléctricos, fomentar el uso del transporte público y la bicicleta…)

Plantearse modelos de producción sostenibles como el leasing, modelos circulares y promocionar la formación ambiental, son igual de importantes. Reforzar la divulgación de la información sobre sostenibilidad dentro del entorno laboral realizando campañas de formación ambiental para los empleados, es una buena medida de concienciación.

Establecer condiciones laborales justas que fomente la contratación igualitaria y promover medidas de coalición laboral o contratar a personas en situación vulnerable, es otra de las medidas englobadas en la sostenibilidad.

Invertir en I+D+i (investigación, desarrollo e innovación), optimizar el uso de los recursos como el talento, el tiempo, el capital financiero y tecnológico…, maximizando el rendimiento y minimizando el desperdicio. Analizar los procesos para detectar las posibles deficiencias y buscar soluciones de mejora.

Por último, contratar la mejor tarifa eléctrica para el sector, aquella diseñada de forma específica para promover un consumo energético eficiente, ahorrar en la factura y no tener que bajar el ritmo de producción.

Estas medidas que, a priori pueden parecer difíciles de implementar, son más sencillas de lo que parece. Salvo aquellas que impliquen una mayor inversión económica, la mayoría de ellas, lo que hacen es ayudar a minimizar los costes y el uso de los recursos.

A todo esto, solo queda añadir que digitalizar una industria o fábrica, constituye un factor clave a la hora de alcanzar los objetivos de la Agenda 2030, precursora de la sostenibilidad a todos los niveles. La digitalización permite tener una visión de futuro centrada en la sostenibilidad económica, social y ambiental. No obstante, más allá de la sostenibilidad, iniciar la transformación digital con herramientas de última tecnología, proporciona ventajas competitivas. Lo que se traduce en una ecuación perfecta: sostenibilidad y digitalización.

Como decíamos al empezar este artículo, el sector industrial es uno de los que mayor impacto medioambiental tiene. Hace tan solo unos años, más del noventa por cien de la pérdida de biodiversidad, se encontraba directamente relacionada, con la extracción y el tratamiento de los recursos por parte de la industria. Solo en nuestro país, la actividad industrial genero cuarenta y un millos de toneladas de residuos, casi nada. Estos datos tan aterradores han hecho que se promuevan nuevos planes y estrategias de modernización en la industria. Modernización ligara a una transformación que mejore la eficiencia y beneficien al medio ambiente, al mismo tiempo que proporciona mejoras a nivel social y económico.

Sin duda, la sostenibilidad se convierte en una llamada a la acción para que todo lo que el ser humano toca, sea más amable con el medioambiente. Hacer que la industrias y las fábricas, se conviertan en lugares de trabajo sostenibles, no es una utopía. Hoy por hoy es una realidad plausible a la que todos pueden optar.

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