Hace unos días estuve en la sede de Industrias Duero, en la de Madrid, un sólido grupo empresarial español fundado en 1952 fabricante de estructuras metálicas. Con más de 250.000 metros cuadrados de terreno industrial, y con cerca de 50.000 metros cuadrados cubiertos para la producción, son una empresa de seguridad vial reconocida a nivel internacional. Pero con todo ese terreno la eficiencia ha de ser clave para el funcionamiento de esta empresa y otras de este calibre, donde cada pequeño gesto para el ahorro energético suma y cuenta en la factura a final de mes, así que vamos a daros unos trucos para que esta no se eleve en vuestra compañía.
Y con estos días de ola de calor que estamos viviendo en España, donde incluso en Galicia se ha registrado el mes de julio más caluroso desde que existen datos, el gasto se dispara en aires acondicionados, en agua para refrescarnos, en refrigeradores para mantener las bebidas frías… Las facturas de suministros en las empresas, especialmente en las de gran tamaño, pueden ser para echarse a temblar, por lo que entre todos los empleados se pueden hacer esfuerzos para sumar con cada aportación y conseguir que la cuenta baje considerablemente.
Pues bien, principalmente por donde se nos va el dinero de la factura de la luz en verano es especialmente por el aire acondicionado. Este tipo de aparatos consumen muchísima energía. Pero debemos saber que este gasto puede subir o bajar en función de a qué temperatura lo pongamos. Un grado más de frío puede suponer perfectamente un aumento del diez por ciento del consumo, y esto extrapolado a una gran empresa es una burrada de euros. Así, la temperatura ideal para mantener en la oficina durante el verano está en torno a los 25 o 26 grados. Bajar de esto sería un gran gasto. Asimismo, podría ocurrir que muchos trabajadores se hubiesen puesto ropa fresca de verano y acabasen pasando frío, lo que les obligaría a enchufar algún tipo de convector y a gastar más luz.
Además, para que este tipo de avances en refrigeración funcionen a la perfección, debemos invertir primero en el aislamiento de la oficina o de las instalaciones para que no se cuele el calor y tampoco se escape el aire frío, lo que conllevaría un mayor gasto. Es algo así como lo que sucede con los incendios, que es más barato limpiar los montes en invierno que extinguirlos en el verano.
Otra forma sencilla de ahorrar en la factura de la luz es instalar bombillas de bajo consumo en las dependencias de la empresa. Al igual que en el caso anterior, supone primero un cierto desembolso, pero la verdad es que a la larga, con el paso del tiempo, nos resulta mucho más económico.
Los empleados en este sentido deberían ser partícipes de nuestro ahorro. Y es que si no tenemos unos sensores con los que se enciendan las luces al detectar la presencia y después se apaguen con un temporizador, dependerá de ellos el que estén funcionando de forma constante. Así, es conveniente enviarles una circular o un correo electrónico rogándoles que apaguen las luces al salir del baño, cuando salgan de la oficina y si ven que ya no queda nadie. Incluso las televisiones o aparatos electrónicos que en muchas dependencias hay pueden ser también apagados a través del botón y no del stand by hasta el día siguiente en que se vuelva a trabajar.
Por otro lado, en muchas empresas se ofrecen electrodomésticos a los empleados para que estos guarden sus tuppers, como es el caso de la nevera o después los pongan a calentar, por ejemplo, en el microondas. Sería perfecto que un técnico se encargase siempre de revisar que estos cumpliesen con los certificados de eficiencia energética para que el consumo de electricidad fuese el mínimo posible.