Que la Tierra se encuentra en una situación crítica como consecuencia de la falta de materias primas, de la escasez de recursos naturales para todas las personas que la habitamos y la contaminación que hemos ido creando con el paso de los años es algo que ya nadie duda. Vivimos una situación de emergencia ante la que tenemos que encontrar las mejores soluciones posibles y que se puedan implementar de la manera más rápida posible. De lo contrario, tendremos un problema todavía más grave solo en unos cuantos años.
Esta especie de guerra nos compete a todos y todas, porque cada una de las personas que poblamos la Tierra podemos hacer algo por mejorarla. Así que es obvio que es necesario tomarse este asunto en serio a la mayor brevedad posible. Desde ya, para ser más exactos. Podemos hacer muchas cosas por nuestro planeta y, en los párrafos que siguen, vamos a prestar especial atención a todo lo que tiene que ver con el textil, que es uno de los sectores que más en serio se está tomando todo lo que tiene que ver con el compromiso con el planeta y, por ende, con las personas que lo pueblan.
El negocio textil se encuentra explorando nuevos materiales para fabricar sus prendas. La apuesta por materiales ecológicos y que no impliquen un derroche excesivo de energía a la hora de ser procesados es una de las prioridades en lo que tiene que ver con los últimos años. Una noticia que fue publicada en la página web Mundo Textil Mag informaba de cuáles son esos materiales. En concreto, se mencionan el algodón orgánico, el algodón reciclado, el bambú, la lana merina o la orgánica, el bemberg, la leche, el lino, el muskin (o, como se conoce en otros términos, cuero de seta), la seda de paz, el tencel o el piñatex. Como veis, algunos de ellos son todavía muy desconocidos para el público general.
Otra noticia, en este caso publicada en el portal web I Feel Maps, indicaba cinco tejidos ecológicos con los que se puede fabricar todo tipo de prendas de vestir. En concreto, se hace referencia al algodón, al bambú, al lino, al tencel o al tejido de leche. Como veis, existen similitudes entre esta noticia y la anterior, lo cual nos indica que la fabricación de prendas con estos tejidos implica una mejora para el medio ambiente sin que ya haya ninguna duda al respecto.
La conciencia de la gente al respecto del cuidado del medio ambiente ha crecido de una manera exponencial en los últimos tiempos y está claro que eso ha condicionado muchas de nuestras acciones. En lo que respecta al textil, son muchas las personas que, conociendo el sector, nos han indicado que existe un mayor deseo de usar productos textiles que, por un lado, no abusen de materias primas que ya no sobran en la Tierra y, por el otro, no requieran de un gran consumo energético a la hora de ser fabricados. De acuerdo con lo que nos cuentan desde La Casa de los Disfraces, esta preocupación ya es habitual entre mucha gente a la hora de adquirir, incluso, un disfraz para Carnaval o Halloween.
Solo una arista en la resolución de este problema global
La que hemos comentado solo es una de las series de actuaciones que tenemos que llevar a cabo para tratar de hacer de este planeta un lugar mucho mejor. Es evidente que hay que hacer incidencia también en otro tipo de cuestiones como lo son la reducción de las emisiones de gases contaminantes o el consumo más responsable de plástico. Por eso necesitamos de la actuación de todas las personas, empresas y entidades públicas. Solo juntos conseguiremos el objetivo.
Nos gustaría decir que tenemos elección, pero la verdad es que ya no queda otra salida que no sea la de convertir la sociedad en algo eficiente desde el punto de vista ecológico y energético. De lo contrario, está claro que la calidad de vida de los seres humanos se va a ver afectada más pronto que tarde. Y es precisamente eso lo que tenemos que evitar a toda costa. Desde luego, hay mucha gente que se ha puesto manos a la obra para conseguirlo.
Este es el mayor desafío al que se enfrenta el ser humano desde que tiene uso de razón. Las consecuencias del no cuidado de nuestra Tierra pueden ser catastróficas, peor que las que pueda dejar cualquier guerra nuclear. Por tanto, tenemos que tomarnos el asunto en serio y, ante todo, educar y concienciar a las generaciones más jóvenes que, por cierto, ya han demostrado tener mucha más implicación en muchas cosas que sus predecesoras. Lo que está claro es que cualquier ayuda y contribución es poca.